La adolescencia adolece

La adolescencia adolece

La etapa de la adolescencia se considera crucial para poder adquirir todo tipo de habilidades, tan necesarias en la vida adulta. El adolescente tiene que estar preparado para el futuro. Hoy un adolescente se tiene que desenvolver en un mundo donde el cambio es una contante, donde la tecnología invade cada segundo, donde la figura de autoridad y la norma, no influyen en el sujeto de la misma manera.

Además, como lo explica José Ramón Ubieto, en su libro Bullying. Una falsa salida para el adolescente. “Los jóvenes de hoy viven liberados de censuras intelectuales y tabús sexuales. Están en un mundo predispuestos a que los jóvenes gestionen si libertad para pensar y sobre todo para hacer. Y en contra partida se presentan de forma paradoja: las incertidumbres y riesgos florece por todas partes (…). El adolescente afronta un cúmulo de experiencias en cierta soledad. El individualismo, es una característica de las nuevas adolescencias. Pero no es una soledad en la nada, es una soledad curiosa, compartida con su cuerpo con una extraña pareja en la que proyecta su impasse. El adolescente contemporáneo se encuentra solo en su cuerpo y sabe perentoriamente que tiene que hacer algo con él, efectivamente lo hace: lo pigmenta, lo agujerea, lo corta, lo golpea, lo escoria, lo recorta, lo opera…”

Freud. (1981.a) usaba para hablar de los desafíos del adolescente una metáfora  “Debe perforar un túnel en dos direcciones al mismo tiempo para encontrar la salida. Debe perforar el saber de los padres, saber ya caduco e incapaz de dar cuenta de la realidad y dar respuestas a las exigencias adultas haciéndose un adulto responsable. Al mismo tiempo debe buscar otro modo de relación con la satisfacción hasta ahora centrada en los objetos infantiles. Debe renunciar al autoerotismo de la fantasía para encontrar un nuevo objeto en el exterior. Pasar de ser el niño deseante, alguien que debe tomar iniciativas y arriesgar. Esto supone hacerse cargo de su cuerpo”.

Los padres cada vez más leales a sus hijos, a medida que el ideal de pareja se diluye, la angustia crece, el niño se convierte en el centro de sus vidas, dificultando la parentabilidad positiva que se recomienda. Existe la necesidad de recuperar, aprender o reaprender, prácticas de conversación, prácticas más operativas y válidas en la relaciones parentales y generacionales. Algo que les permita establecer límites en la educación y en el exceso de consumo, y no con la intención de recuperar la autoridad perdida porque ya no volverá a ser la misma.

Turkle (2017) explica que ya se puede decir que existe miedo a la conversación. Las redes sociales son el claro ejemplo. Los mensajes prefabricados, con los que las personas, los niños, no aprenden a interactuar con otros con naturalidad y con la dificultad que conlleva relacionarse cara a cara. En la medida que disminuyen las relaciones presenciales, también limita la relación que uno establece con uno mismo a solas,  se olvida lo que es pensar.